lunes, 3 de junio de 2013

EL BULLYING ( ACOSO ESCOLAR)

INTRODUCCIÓN  

Si vienes mañana a la escuela, te mataremos.”—Una estudiante canadiense de nombre cristina recibió esta amenaza por teléfono de una joven anónima.

“No suelo dejarme llevar por las emociones, pero llegó un momento en que sencillamente no quería ir a la escuela. Me dolía el estómago, y todas las mañanas vomitaba el desayuno.”— blanca , una adolescente , recuerda así los días en que sufrió hostigamiento.
¿HA TENIDO alguna vez que tratar con un acosador? La mayoría de la gente sí, ya sea en los centros de estudio, en el trabajo o incluso en el hogar, donde tal abuso de poder se da con increíble frecuencia.
¿A qué nos referimos con acoso, u hostigamiento? A una larga serie de incidentes de poca gravedad que se producen durante un período de tiempo, no a uno o varios sucesos aislados. Dan Olweus, psicólogo y pionero en el estudio sistemático del acoso, indica algunas de sus características principales, tales como la agresividad deliberada y el abuso de poder.
Quizá no haya una sola definición que abarque todos los aspectos del acoso, pero ha sido descrito como “el deseo consciente de herir a otra persona y someterla a tensión”. Dicha tensión no solo se debe a lo que realmente ocurre, sino al temor de lo que pudiera suceder. Algunas tácticas a las que recurren los hostigadores son las burlas crueles, las críticas constantes, los insultos, los chismes y las exigencias imposibles de satisfacer .
cristina, la muchacha mencionada en la introducción, fue víctima de intimidación durante casi todos sus años escolares. Cuando estudiaba en la primaria, unos abusones solían pegarle chicle en el pelo, burlarse de su aspecto y amenazarla con darle una paliza. En los últimos años de la secundaria, la situación empeoró aún más, hasta el punto de recibir amenazas de muerte por teléfono. Ahora, con 18 años, dice en tono de lamento: “Se supone que vas a la escuela para aprender, no para que te intimiden ni te amenacen con matarte”.
Una profesional de la salud mental comenta: “Es triste decirlo, pero es algo habitual en la dinámica humana. Hay quienes se sienten mejor humillando al prójimo”. Cuando dicho trato se agrava, puede acabar en represalias violentas e incluso en una tragedia.


                                             

Planteamiento del problema

¿QUÉ ES el bullying? y ¿Cuales son sus causas y consecuencias en los niños y adolescentes  en edad escolar?

 Justificación

ESTA investigación se realiza con el propósito de determinar las causas o motivos por los cuales se ha dado el incremento del Bullying en los últimos años de manera considerable y señalar cuál es la gravedad del impacto que el Bullying ocasiona en sociedad, principalmente en la vida de los afectados, pues la práctica de este tipo de violencia no respeta sexo, entorno social o nivel económico.
El estudio dará a conocer los problemas que pueden afectar a la víctima así como a su alrededor, ya que logra dañar su integridad y puede llegar a cometer un acto irremediable, así como las conductas de los agresores y las formas de detener este tipo de ataques.
Se debe crear conciencia a los agresores y/o victimas así como a padres de familia de los problemas que pueden ocasionar estos actos y proporcionar información de cómo manejar de modo más provechoso las relaciones de las personas con sus semejantes. Es necesario llevar a cabo la investigación para que la sociedad y las autoridades entiendan la gravedad del Bullying y de esa manera se llegue a una solución para que el problema sea erradicado.

Delimitación

NUESTRA investigación  se limita a estudiar el problema que ocasiona el bullying a los niños y adolecentes. Desde primer grado de primaria hasta su ultimo año en el bachillerato, respectivamente. Y analizaremos el problema a alcance mundial.

Limitaciones

ES NECESARIO señalar que la mayor parte de las investigaciones revisadas sobre las que se han analizado y discutido los datos de esta investigación, pertenecen a culturas y contextos sociales diferentes al español. Por esta razón, la comparación entre unos y otros resultados es al menos complicada, entendiendo que no sólo habrá diferencias entre distintas culturas, sino también entre las subculturas presentes en un mismo país.

Objetivo general

  • · Determinar las causas o motivos por los cuales se ha dado el incremento del Bullying en los últimos años de manera considerable.

 Objetivos específicos

  • · Señalar cuál es la gravedad del impacto que el Bullying ocasiona en sociedad.
  • · Determinar las causas y consecuencias del acoso escolar en la vida de los afectados y en sus familias.
  • · Averiguar qué impulsa a un acosador a actuar de tal manera.

Hipótesis

  NUESTRO grupo de investigación sostiene la idea de que el acoso escolar es consecuencia de la falta de atención que ponen los padres en sus hijos. El acosador y la victima, ambas partes necesitan la ayuda de sus padres y familia, tanto como para controlarlos y brindarles apoyo.
Además creemos que concientizando a los padres de la gravedad de este problema   ellos podrían contribuir en gran manera a disminuir este problema.
Investigación

Significado léxico del término “bullying” o acoso escolar.

El significado léxico del término “bullying” o acoso escolar no es fácil de definir, ya que depende de la percepción desde la que se estudie.
 La Real Academia de la lengua española, define acoso como “perseguir sin darle tregua a un animal o a una persona consistente en un trato vejatorio y descalificador con el fin de desestabilizarla psíquicamente”.
 Una definición más amplia es la que se da en los Estados Unidos en el año 2001 en la “No child left behind act” (NCLBA) en la que se dice que el término acoso escolar se aplica a aquellas conductas relativas a la identidad de un alumno, o a la percepción de esa identidad, concernientes a su raza, color, nacionalidad, sexo, minusvalía, orientación sexual, religión o cualesquiera otras características distintivas que fueren definidas por las autoridades regionales o municipales competentes, siempre que:
1)      Se dirijan contra uno o más alumnos
2)      Entorpezcan significativamente las oportunidades educativas o la participación en      programas educativos de dichos alumnos
3)      Perjudiquen la disposición de un alumno a participar o aprovechar los programas o actividades educativos del centro escolar al hacerle sentir un temor razonable a sufrir alguna agresión física.
En lo que respecta a las instituciones jurídicas, la circular del Fiscal General del Estado define el acoso escolar como incidentes entre alumnos o estudiantes que se prolongan durante un período de tiempo, pudiendo consistir en actos violentos que lo integran: agresiones físicas, amenazas, vejaciones, coacciones, insultos o en el aislamiento deliberado de la víctima que degenera en una relación jerárquica de dominación- sumisión entre acosador/es y acosado. También se caracteriza por el deseo consciente de herir, amenazar o asustar por parte de un alumno frente a otro no sólo físicamente, sino también psicológicamente o emocionalmente que es menos visible para los profesores, pero que es extremadamente doloroso.

 El acoso: un problema mundial


EL HOSTIGAMIENTO es muy común entre los niños de edad escolar de todo el mundo. Una encuesta publicada en la revista Pediatrics in Review revela que el 14% de los niños noruegos son o bien acosadores, o bien víctimas de acoso. En Japón, el 15% de los alumnos de primaria admiten haber sufrido un trato abusivo por parte de sus compañeros, y en Australia y España, este problema afecta a un 17% de los estudiantes. Según cálculos de un especialista, en Gran Bretaña hay 1.300.000 niños involucrados.
El profesor Amos Rolider, de la Universidad Emek Yizre’el, entrevistó a 2.972 alumnos de veintiuna escuelas. Según el periódico The Jerusalem Post, el profesor descubrió que “el 65% [de ellos] habían sido abofeteados, pateados, empujados o importunados por sus compañeros”.
Una nueva e insidiosa forma de acoso consiste en enviar mensajes amenazantes a través del teléfono celular o la computadora. Algunos jóvenes también crean páginas en Internet en las que expresan su odio hacia la víctima e incluyen datos personales de esta. En opinión de la doctora Wendy Craig, de la Universidad Queen’s (Canadá), este tipo de intimidación es “sumamente dañina para el chico que la sufre”.

Tipos de acosadores

  • Los que recurren a la violencia física. Estos son los más fáciles de reconocer. Descargan su furia dando puñetazos, empujones o patadas a su víctima, o destrozando sus pertenencias.
  • Los que recurren a la violencia verbal. Hieren y humillan a su víctima verbalmente, ya sea mediante insultos o mediante burlas crueles y constantes.
  • Los que hostigan a su víctima esparciendo rumores desagradables sobre ella. Esta táctica la utilizan principalmente mujeres.
  • Los que han sido a su vez víctimas de acoso. Algunas personas que han sufrido hostigamiento terminan dispensando a otros el mismo trato. Claro está, el hecho de haber sido maltratados no justifica su conducta, pero por lo menos ayuda a entender por qué se comportan así.

Tipos de acoso escolar

El maltrato entre iguales puede manifestarse de diversas formas. No necesariamente se tiene que dar sólo una de ellas, sino que en muchas ocasiones son un conjunto de las mismas.
Este tipo de agresiones son las siguientes:
  • · Intimidaciones verbales como son insultos, motes, rumores, hablar mal de alguien…
  • · Intimidaciones psicológicas: Amenazas para provocar miedo, obtener algún objeto o dinero, u obligar a la víctima a hacer cosas contra su voluntad.
  • · Agresiones físicas ya sean directas (peleas, palizas, agresiones menores como collejas, cachetes…) o indirectas (destrozo de materiales personales, pequeños hurtos…)
  • · Aislamiento social, bien sea impidiendo al menor a participar en determinadas actividades o ignorando su presencia.
También se dan casos de acoso de tipo racista que se suelen centrar en minorías étnicas o culturales (motes peyorativos, estereotipados…) o acoso sexual que hacen que la víctima se sienta incómoda o humillada. Finalmente hay que mencionar que en los últimos años se están dando nuevas modalidades de acoso por la difusión de las nuevas tecnologías, de esta manera podemos encontrarnos con que el acoso ya no sólo se limita al contacto cara a cara, sino que se puede ejercitar mediante el envío de mensajes de móvil o de correo electrónico anónimos, llamadas de teléfono anónimas en las cuales se hostiga y se amenaza a la víctima, etc.

Perfil de los protagonistas: la figura del agresor, víctima y observador.

Las situaciones de acoso escolar suelen pasar, generalmente, desapercibidas por los alumnos. En toda situación de acoso escolar suelen participar las siguientes personas:
1)      Una víctima que sufre las agresiones
2)      Uno o varios agresores u hostigadores que ejercen abuso sobre la víctima
3)      Los observadores, generalmente compañeros, que contemplan los hechos y que por  diversas razones callan.
4)      Adultos, que no están suficientemente alerta como para detectar a tiempo la situación de acoso que sufre la víctima.
La situación de acoso genera en la persona que la padece miedo, tristeza, inseguridad, baja autoestima influyendo negativamente tanto en su vida académica (absentismo, malos resultados) como en su futura vida adulta, dificultando sus relaciones sociales y su seguridad y confianza en sí mismo.
Las causas sociales por las que un compañero reiteradamente hostiga a otro son diversas, pero entre  los factores cabe destacar los familiares, personales y sociales del agresor, la víctima y los observadores así como factores relacionados con la cultura escolar.

El Cyber-Bullying

 
CIBERACOSO (también llamado cyberbullying por su traducción al inglés) es el uso de información electrónica y medios de comunicación tales como correo electrónico, redes sociales, blogs, mensajería instantánea, mensajes de texto, teléfonos móviles, y websites difamatorios para acosar a un individuo o grupo, mediante ataques personales u otros medios. Puede constituir un delito penal. El ciberacoso es voluntarioso e implica un daño recurrente y repetitivo infligido a través del medio del texto electrónico. Según R.B. Standler el acoso pretende causar angustia emocional, preocupación, y no tiene propósito legítimo para la elección de comunicaciones. El ciberacoso puede ser tan simple como continuar mandando e-mails a alguien que ha dicho que no quiere permanecer en contacto con el remitente. El ciberacoso puede también incluir amenazas, connotaciones sexuales, etiquetas peyorativas (p.ej., discurso del odio).
El término ciberacoso fue usado por primera vez por el educador canadiense Bill Belsey. Otros términos para ciberacoso son “acoso electrónico,” “e-acoso,” “acoso sms”, “network mobbing”, “acoso móvil” “acoso en línea”, “acoso digital”, “acoso por internet”, “acoso en internet” o “internet acoso”.

 Características del ciberacoso

  • Falsa acusación: La mayoría de los acosadores intentan dañar la reputación de la víctima manipulando a gente contra él.
  • Publicación de información falsa sobre las víctimas en sitios web. Pueden crear sus propias webs, páginas de redes sociales (páginas de Facebook), blogs o fotologs para este propósito. Mientras el foro donde se aloja no sea eliminado, puede perpetuar el acoso durante meses o años. Y aunque se elimine la web, todo lo que se publica en Internet se queda en la red.
  • Recopilación de información sobre la víctima: Los ciberacosadores pueden espiar a los amigos de la víctima, su familia y compañeros de trabajo para obtener información personal. De esta forma saben el resultado de los correos difamatorios, y averiguan cuales son los rumores más creíbles de los que no crean ningún resultado.
  • Envían de forma periódica correos difamatorios al entorno de la víctima para manipularlos.
  • Manipulan a otros para que acosen a la víctima. Si consigue este propósito, y consigu
  • e que otros hagan el trabajo sucio hostigándole, haciéndole fotos o vídeos comprometidos, es posible que use la identidad de éstos en las siguientes difamaciones, incrementando así la credibilidad de las falsas a
    cusaciones, y manipulando al entorno para que crean que se lo merece. A menudo la víctima desconoce la existencia de estos hechos, debido al silencio de los testigos. Incluso el acosador puede decir que la víctima ya conoce estas fotos/vídeos, para intentar evitar que algún testigo le informe; incrementando así las sospechas y creando una falsa paranoia en la víctima.

Consecuencias sobre la víctima

 A corto y medio plazo

El ciberacoso está presente las 24 horas del día. Siempre está online. Incluso si se apaga el ordenador la víctima sabe qué página web está accesible, o qué personas están propagando ese rumor sobre ti. La dureza de esto es psicológicamente devastadora. Los efectos secundarios de la violencia sistemática (ya sea psicológica, física o sexual) de páginas difamatorias, suelen incluir, en la mayoría de los usuarios agredidos, estrés, humillación, ansiedad, ira, impotencia y fatiga; y, aunque en pocos casos se han presentado enfermedades físicas, en gran parte de estas situaciones el individuo acosado tiene una enorme pérdida de confianza en sí mismo. Para la creación de este ambiente nocivo, los acosadores recurren a las diversas técnicas ya descritas con el fin de generar una especie de delirio de persecución en sus víctimas, de herir y asustar a la víctima. Buscarán crear un estado de paranoia en la cuál la víctima dude de sí misma, intentando así deshacer su vida en todos los aspectos: profesional, social, amoroso y familiar.
Según Iñaki Piñuel, provoca importantes secuelas psíquicas y físicas, estados fuertes de ansiedad, insomnio tardío, dolores de espalda y estados depresivos. El afectado tiene un descenso en su rendimiento, además de provocar secuelas psicológicas y emocionales subsiguientes, con una autoestima fuertemente lastimada. Las fotos de conductas ilegales o inapropiadas robadas pueden sentar precedente y costarles en un futuro el acceso a educación institucional o a un empleo.

 Cambios en la personalidad de la víctima

Unos de los efectos más característicos es el cambio que la situación de psicoterror puede operar en la personalidad de las víctimas. Se han descrito tres patrones básicos de cambios permanentes en la personalidad, como consecuencia de una situación de acoso, que presentan las siguientes características:
  • Resignación: aislamiento social voluntario, la víctima no se siente parte de la sociedad (efecto de alienación, la víctima muestra una actitud cínica hacia el mundo).
  • Predominio de rasgos obsesivos: actitud hostil y suspicacia, sentimiento crónico de nerviosismo, hipersensibilidad con respecto a las injusticias.
  • Predominio de rasgos depresivos: sentimientos de indefensión, incapacidad para disfrutar y sentir placer, anhedonía, desesperanza aprendida.
Los efectos sociales del acoso laboral en la víctima se caracterizan por la aparición de actitudes de desconfianza y conductas de aislamiento, evitación y retraimiento. Dichas consecuencias sociales también se manifiestan en las relaciones familiares tales como sentimientos de incomprensión; pérdida de ilusión e interés por los proyectos comunes; abandono de responsabilidades y compromisos familiares y; alteración de la afectividad.

 El acoso: algunas de sus causas y consecuencias

¿QUÉ impulsa a un niño a hostigar a otro? Si usted ha sufrido alguna vez el acoso de alguien, tal vez se sienta tentado a decir que no le importa el porqué de su conducta, pues no hay nada que la justifique. Y probablemente esté en lo cierto. Sin embargo, existe una gran diferencia entre buscar razones y buscar excusas. Las razones por las que un niño se convierte en un abusón no justifican su mal comportamiento, pero quizá nos ayuden a comprenderlo. Y tal comprensión puede resultar muy valiosa. ¿Por qué?
Un antiguo proverbio dice: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera” (Proverbios 19:11). A veces, la víctima de acoso deja que la cólera la ciegue y la llene de frustración e incluso odio. Pero si es perspicaz y comprende por qué el agresor actúa de cierta manera, quizá logre apaciguar la ira que siente. Eso, a su vez, le permitirá pensar con mayor claridad y buscar una solución. Así pues, analicemos algunas de las causas de este inaceptable comportamiento.

 ¿Qué hay detrás del acoso?

En muchos casos, los años de formación del acosador han estado marcados por el mal ejemplo de sus progenitores o por un absoluto abandono. Muchos de ellos han tenido padres fríos o indiferentes, o padres que les han enseñado a valerse de la ira y la violencia para resolver los problemas. Quienes se han criado en ese entorno familiar quizá no se percaten de que sus agresiones físicas y verbales constituyen acoso. De hecho, es posible que hasta piensen que su conducta es normal y aceptable.
Una joven de 16 años que había sido maltratada por su padrastro y sus compañeros de escuela dice que empezó a intimidar a otras personas cuando llegó a la secundaria. Ella admite: “Estaba tan enojada; buscaba peleas con todo el mundo. El dolor que sientes hace mella en ti. Y entonces quieres que los demás también lo sientan”. Aunque la violencia física tal vez no sea muy común entre las muchachas, sí lo es la ira que hay detrás de dicho comportamiento.
En muchas instituciones educativas se concentra un gran número de alumnos de distintos antecedentes, los cuales han sido criados de muy diversas formas. Es triste decirlo, pero algunos son agresivos porque en su casa han aprendido que el mejor modo de salirse con la suya es intimidando a otros y agrediéndolos verbalmente.
Por desgracia, tales métodos muchas veces funcionan. Shelley Hymel, consejera adjunta de Educación de la Universidad de Columbia Británica (Canadá), quien ha estudiado durante veinte años el comportamiento de los niños, señala: “Algunos chicos tratan de arreglárselas como sea para obtener lo que buscan, y lamentablemente, la intimidación surte efecto. Consiguen lo que desean: poder, prestigio y atención”.
Otro factor que contribuye a que el problema del acoso aumente es la falta de supervisión. Muchas víctimas se sienten desamparadas, y lo triste es que en la mayoría de los casos esa es la realidad. Debra Pepler, directora del La Marsh Centre for Research on Violence and Conflict Resolution —un centro de investigación sobre la violencia—, de la Universidad de York (Toronto, Canadá), estudió el comportamiento de los alumnos en el patio de recreo de la escuela y observó que los maestros solo descubrían y detenían el 4% de los casos de intimidación.
Sin embargo, la doctora Pepler opina que es de crucial importancia que alguien intervenga. Ella señala: “Los niños son incapaces de resolver el problema porque es una cuestión de poder; cada vez que uno de ellos se mete con otro, su poder se refuerza”.
Entonces, ¿por qué no se denuncian más casos de hostigamiento? Porque las víctimas están convencidas de que si lo hacen, la situación se agravará. Por ello, hasta cierto punto, muchos jóvenes han pasado sus años escolares en un constante estado de ansiedad e inseguridad. ¿Con qué consecuencias?

Secuelas físicas y emocionales

Un informe de la National Association of School Psychologists de Estados Unidos señala que, por temor al hostigamiento, en ese país faltan a la escuela diariamente más de ciento sesenta mil estudiantes. Los jovencitos que sufren este tipo de acoso a menudo dejan de hablar de la escuela o de una asignatura o actividad escolar en particular, e intentan perderse clases, llegar todos los días tarde y hasta inventarse excusas para ni siquiera ir.
¿Cómo puede reconocerse a los niños que son víctimas de la intimidación de sus compañeros? Pues bien, estos suelen volverse irritables y retraídos, ponerse de mal humor, sentirse frustrados y parecer cansados. Además, a veces se comportan de forma agresiva en su casa, con sus amigos o con otros muchachos de su edad. Los niños que presencian por casualidad el trato intimidatorio de sus compañeros también sufren, pues el temor que les infunde dicha conducta disminuye su capacidad de aprendizaje.
Pese a todo esto, la revista Pediatrics in Review señala: “Para las víctimas y para la sociedad, la consecuencia más grave del acoso es la violencia que genera, la cual induce en ocasiones al suicidio y al asesinato. El sentimiento de impotencia de los niños que sufren intimidación puede ser tan profundo que algunos reaccionan atacando mortalmente al agresor o quitándose la vida”.
El doctor Ed Adlaf, investigador científico y profesor de Ciencias de la Salud de la Universidad de Toronto, comenta con preocupación que “tanto los acosadores como sus víctimas tienen muchas más probabilidades de sufrir problemas emocionales ahora y en el futuro”. Durante el año lectivo de 2001-2002 se encuestó a más de doscientos veinticinco mil estudiantes de Ontario (Canadá), y los resultados revelaron que de un cuarto a un tercio de ellos eran o bien culpables de acoso, o bien víctimas de este. Además, 1 de cada 10 jóvenes de ese mismo grupo había pensado seriamente en suicidarse.
Las personas que son blanco de un acoso constante pueden perder la confianza en sí mismas e incluso ver arruinada su carrera. También pueden padecer graves problemas de salud. Muchas sufren dolores de cabeza, insomnio, ansiedad y depresión, y algunas llegan a presentar síntomas de estrés postraumático. Mientras que las víctimas de agresiones físicas suelen recibir el apoyo compasivo de otros, quienes son acosados psicológicamente tal vez no obtengan el mismo respaldo, pues el daño no es tan obvio. En lugar de compadecerse de la víctima, sus familiares y amigos tal vez se cansen de escuchar sus quejas. Los acosadores también se perjudican a sí mismos. Si no se les corrige a temprana edad, probablemente acaben hostigando a sus compañeros de trabajo. De hecho, según ciertos estudios, los niños que agreden a otros adquieren un patrón de comportamiento que perdura hasta la edad adulta, y también hay más probabilidades de que lleguen a tener antecedentes penales.

Repercusiones en la familia

El acoso laboral afecta la estabilidad y la tranquilidad familiar. En algunos casos impulsa inexplicablemente a la víctima a desquitarse con sus seres queridos. A veces induce al cónyuge o a otro miembro de la familia a enfrentarse al acosador para demostrar, de modo erróneo, que apoya a la víctima, mientras que en otras ocasiones, el cónyuge culpa a la víctima de provocar el acoso. En cualquier caso, el hostigamiento prolongado puede acabar incluso con la paciencia de cónyuges que por lo general apoyan a su pareja. Con el paso de los años, existen más posibilidades de que la familia se desintegre.
El acoso psicológico también puede truncar la carrera profesional de una persona y privarla de sus medios de vida. A veces conduce a la separación matrimonial, el divorcio o hasta el suicidio. Entre la mitad y dos tercios de las víctimas de acoso laboral de Australia admitieron que el problema había afectado su relación con las personas más allegadas a ellas, tales como su pareja, su cónyuge u otros miembros de la familia.

[Nota] Las chicas suelen recurrir a otras formas de acoso, tales como la exclusión social y la difusión de rumores. No obstante, parece que cada vez hay más muchachas que también recurren a la violencia.

Cómo hacer frente al acoso

“[El acoso] es una conducta aprendida, y todo lo que se aprende puede desaprenderse.”—Doctora C. Sally Murphy.
TANTO el acosador como su víctima precisan ayuda. El primero tiene que aprender a relacionarse con los demás sin abusar de su poder, y el segundo necesita sugerencias prácticas que le ayuden a lidiar con el problema.
Con frecuencia, quienes recurren a la intimidación no saben tratar a los demás y son incapaces de ponerse en el lugar de sus víctimas. Necesitan, por tanto, que alguien los observe de cerca y les enseñe a comunicarse adecuadamente. El libro Take Action Against Bullying señala: “A menos que aprendan y adopten nuevas pautas de conducta, nunca dejarán de hostigar a otras personas. Intimidarán a su pareja, a sus hijos y posiblemente a sus subordinados”.

 Enseñe a sus hijos a no ser abusones

Enseñar a los niños desde pequeños a demostrar empatía puede evitar que se conviertan en unos abusones. Por tal razón, maestros de distintos países están practicando un nuevo método educativo denominado educación emocional, cuyo objetivo es ayudar a los alumnos desde temprana edad —empezando desde los cinco años— a comprender los sentimientos ajenos y a tratar al prójimo con bondad. Aunque todavía no se han recopilado muchos datos estadísticos sobre los efectos de dicho método a largo plazo, los primeros resultados indican que los niños con los que se ha probado son menos agresivos que los demás.
Ahora bien, los padres no deben esperar que un programa escolar se encargue totalmente de la educación emocional de sus hijos. Si usted no quiere que su hijo se convierta en un acosador, tiene que enseñarle, de palabra y con el ejemplo, a tratar a la gente con dignidad y respeto. ¿De qué ayuda dispone? Seguramente tiene a su alcance un excelente —aunque subestimado— manual educativo: la Palabra de Dios, la Biblia. ¿Cómo puede serle de utilidad?
Para empezar, la Biblia muestra con claridad el sentir de Dios sobre el acoso: lo detesta. Dice respecto a Él: “Su alma ciertamente odia a cualquiera que ama la violencia” (Salmo 11:5). Por otro lado, las Escrituras indican que Dios sabe muy bien lo que está sucediendo. Señalan, por ejemplo, que el Creador sintió pesar, o dolor, “a causa de [los] opresores y de los que [...] trataban a empujones” al pueblo de Israel (Jueces 2:18). De hecho, en numerosas ocasiones castigó a quienes abusaban de su poder y maltrataban a los débiles e indefensos (Éxodo 22:22-24).
La Biblia también explica cómo mostrar empatía. A este respecto, Jesús nos brindó el siguiente consejo, quizá el más famoso de la historia: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12). Enseñar a los niños a amar la Regla de Oro y vivir en consonancia con ella no es tarea fácil. Al contrario, en vista de la tendencia infantil hacia el egocentrismo, requerirá de usted mucho esfuerzo, persistencia y un buen ejemplo. Sin embargo, dicho empeño merece la pena. Si sus hijos aprenden a ser bondadosos y compasivos, la mera idea de maltratar a alguien les será repulsiva.

Ayuda para las víctimas

Las víctimas del acoso —en especial los jóvenes— afrontan un gran reto: mantener el equilibrio emocional bajo presión. Si alguien lo está hostigando a usted, tenga presente que su objetivo es hacerle perder el control, ponerlo furioso o aterrorizarlo. Si se encoleriza o si rompe a llorar y expresa su dolor o temor, está dándole al acosador lo que desea, y posiblemente este intentará provocarlo para que reaccione de la misma forma una y otra vez.
¿Qué puede hacer? Preste atención a las siguientes recomendaciones. Aunque están escritas pensando principalmente en los jóvenes, los principios contenidos en ellas también son útiles para los adultos que sufren acoso.
▪ Mantén la calma; no cedas a la ira. La Biblia da este sabio consejo: “Depón la cólera y deja la furia” (Salmo 37:8). Si pierdes los estribos, el acosador te controlará, y es probable que hagas cosas de las que luego te arrepientas (Proverbios 25:28).
▪ Intenta no abrigar deseos de venganza. Las represalias a menudo tienen un efecto contrario al deseado. De todos modos, desquitarse no reporta verdadera satisfacción. Una joven a la que golpearon cinco chicas cuando tenía 16 años recuerda: “Me prometí a mí misma que me vengaría. Así que pedí ayuda a mis amistades, y les dimos un escarmiento a dos de las muchachas que me habían atacado”. ¿Qué efecto tuvo dicha acción en ella? “Sentí un gran vacío en mi interior”, comenta. A partir de entonces, su propia conducta empeoró. Recuerda, pues, estas sabias palabras de la Biblia: “No devuelvan mal por mal a nadie” (Romanos 12:17).
▪ Si la situación comienza a ponerse muy tensa, márchate enseguida. Las Escrituras dicen: “Antes que haya estallado la riña, retírate” (Proverbios 17:14). Y de ser posible, procura evitar a quienes tienden a acosar a los demás. Proverbios 22:3 señala: “Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse, pero los inexpertos han pasado adelante y tienen que sufrir la pena”.
▪ Si el acoso persiste, quizás tengas que hablar claro con tu agresor. Escoge un momento en el que estés tranquilo, mírale a los ojos y dirígete a él en un tono firme y calmado. Dile que no te gusta lo que está haciendo, que no es divertido y que te causa dolor. No lo insultes ni lo provoques (Proverbios 15:1).
▪ Habla con un adulto responsable y comprensivo acerca de tu problema. Sé específico y pídele que te ayude. Haz lo mismo cuando le ores a Dios, quien puede ser una maravillosa fuente de consuelo y ayuda (1 Tesalonicenses 5:17).
▪ Reconoce tu valía como persona. El agresor quizá desee que pienses que no vales nada y que te mereces que te traten así. Pero él no es tu juez, lo es Dios, y él busca lo bueno que hay en cada uno de nosotros. De modo que es tu hostigador el que se rebaja con este tipo de comportamiento.

 Padres, protejan a sus hijos

Los padres también han de enseñar a sus hijos desde temprana edad a saber tratar con los abusones. Por ejemplo, pueden ensayar con ellos cómo demostrar seguridad en sí mismos.
Incluso la postura —caminar erguido— envía un mensaje sutil que disuade a algunos acosadores. También es útil mirar directamente a los ojos, dejar las manos y los brazos relajados y hablar con voz firme. Los padres deben enseñar a sus hijos a marcharse cuando sea necesario, a evitar a los abusones y a pedir ayuda a un adulto de confianza, como por ejemplo a un maestro.
Para acabar con el acoso es fundamental educar a la familia. Los padres que dedican tiempo a sus hijos y escuchan con paciencia y empatía sus preocupaciones infunden en ellos la seguridad de que se les necesita, se les ama y se les apoya. Muchos profesionales en el campo de la crianza de los hijos y los problemas entre niños animan a los padres a inculcar en sus pequeños una opinión positiva de sí mismos. Esta actitud saludable los hace un blanco menos atrayente para los abusones.
Ahora bien, hablar con los hijos no es suficiente. Todos los miembros de la familia tienen que aprender a tratar a los demás con respeto y dignidad y a cultivar la cualidad de la empatía. Así pues, los padres no deben permitir la intimidación en su hogar. Este ha de ser un refugio seguro donde reinen el amor y el respeto.

Cómo observar los casos de acoso escolar.

Una de las mayores dificultades a la hora de analizar el problema del “bullying” es la de cómo tener noción tanto padres como profesores de cuando se están dando casos de acoso escolar. Una de las razones por las cuales los padres y profesores desconocen cuándo se está produciendo un hecho de acoso escolar es por la falta de comunicación con los padres, por la vergüenza de los menores a comunicárselo a sus padres y profesores, al temor por las represalias de sus agresores.
Una posible solución a este problema por carencia de comunicación en las relaciones entre padres e hijos sería dedicar a los hijos un tiempo diariamente para poder hablar con ellos y que les cuenten la marcha del día e intentar pasar con ellos el mayor tiempo posible; otra solución residiría en hacer comprender a los hijos que quizá no sepan hacer frente a las bromas de sus compañeros e intentar ayudarle a que sepa encajarlas.
De la misma manera, si sabemos que nuestro hijo está sufriendo agresiones, lo mejor que podemos hacer es reforzar su autoestima valorando sus buenas cualidades y potenciándoselas. Igualmente los padres deberían enseñarle a defenderse con la palabra y a exponer con decisión aquello que le esté causando desasosiego. Cabe ahora preguntarse cómo pueden los padres saber si el menor está siendo víctima, agresor u observador de acoso escolar.

Cómo observar si el menor está siendo víctima y cómo reaccionar.

Los padres deben estar muy atentos a todos los indicios que indiquen que el menor está siendo víctima de acoso escolar.  Algunos de los síntomas a tener en cuenta serían:
  • Cambios de conducta en el estado de ánimo del menor: Parece triste, extraño, huidizo, nervioso, irritable…
  • Se muestra asustadizo, absorto en sus pensamientos, olvidadizo, etc.
  • Finge enfermedades para ausentarse del colegio.
  • Presenta heridas, moratones…
  • Falta al colegio y da explicaciones poco convincentes.
  • No tiene amigos para su tiempo libre.
En todos los casos los adultos tienen que apoyar al menor, expresarle su confianza y decirle que siempre vamos a estar con él, reforzar su autoestima e intentar que cambie su grupo de amigos y que haga otras amistades fuera del centro escolar. Los padres tienen que tener muy presente que deben comunicar la situación al centro escolar y mantener una comunicación fluida y continuada con el profesorado.

Cómo observar si el menor es agresor y cómo reaccionar.

En muchas ocasiones, el agresor procede de familias desestructuradas o con problemas de relación tales como padres excesivamente autoritarios, abusos ejercidos por hermanos o padres del menor, falta de comunicación con los padres u otros cambios que hayan podido producir inestabilidad y una reacción adversa en el menor (ruptura de matrimonio, cambio de domicilio, muerte repentina de un familiar muy querido, etc.). El agresor llega a pensar muchas veces que la víctima se merece el maltrato al que está siendo sometido y así mismo piensa que sus actos son correctos por lo que no se siente culpable de los mismos.
Hay que hacer ver al menor que dichos actos son inaceptables y hacerle ver que tiene que cambiar para que esto no sea así. Algunas de las pistas para observar si el menor es agresor son las siguientes:
  • Se muestra agresivo con los miembros de la familia
  • Es reservado y casi inaccesible al trato personal.
  • Tiene objetos que no son suyos y que no sabe explicar y justificar de dónde proceden.
  • Cuenta mentiras para justificar su conducta.
  • Dice mentiras sobre ciertas personas, llegando incluso a dañarlas o perjudicarlas.
  • Los padres de la víctima o de otros menores han mencionado que dicho menor ha agredido a otros.
  • Si otros compañeros del menor agresor se mantienen silenciosos, incluso en la presencia del agresor.
Para dar solución a este problema, los padres del menor agresor deben mantener comunicación con el menor agresor indicándole que el maltrato no es lícito ni admisible, así mismo deben indagar si esos hechos son realmente ciertos e intentar esclarecerlos, los padres del menor agresor deben mostrar disposición de ayuda al menor y mostrarle que debe asumir responsabilidades, también los padres deben hablar con el centro escolar y solicitar ayuda del mismo estableciendo una relación fluida con el tutor del menor.

Cómo observar si el menor es observador y cómo reaccionar.

El menor que es observador de acoso escolar generalmente suele callar los hechos y no comentarlos por temor a posibles represalias de los agresores, es fundamental hacer ver al menor observador que su denuncia de los hechos es fundamental, ya que al hacer esta denuncia propiciará que los actos de acoso cesen. Los padres deben hacer ver al menor que es justo ayudar al menor que está siendo víctima, que se le apoyará siempre y que debe informar del abuso al profesorado.

Conclusión

 La sociedad no puede permanecer ajena al acoso escolar, un maltrato que se da en uno de los ámbitos fundamentales para la socialización de los niños. Una vez desenmascarado el problema se ha de poner en la agenda de los poderes públicos para asegurar su prevención, detección e intervención eficaces.
Una intervención adecuada que tiene que empezar y ser liderada por la comunidad educativa y la familia, culminando en la actuación judicial en los casos en que se requiera. Pero es la sociedad en su conjunto la que tiene que responsabilizarse de que los niños se eduquen en un contexto de libertad, igualdad y justicia.